Crónica de La Ruta Contra La Injusticia
X Patricia Karina Vergara Sánchez
“Venimos a gritar que la violencia sexual y el feminicidio
son crímenes políticos, son actos represivos contra la desobediencia cotidiana
de las mujeres”.
Unas cien mujeres y algunos hombres se reunieron este 9 de
marzo de 2014 en punto de las 12 del día frente a la estación del metro
Doctores en la Ciudad de México para participar en una caminata-acción por la
justicia respecto al reciente caso en donde una joven tepiteña de 20 años fue
violada y posteriormente encarcelada por defenderse del agresor. La mayoría de
las asistentes vestían de negro y morado y cubrían sus rostros con
pasamontañas, antifaces o trozos de tela. Ahí desplegaron mantas y carteles con
mensajes por justicia hacia Yakiri y a todas las mujeres que han sufrido
violencia machista.
Comenzaron la jornada con una mujer encendiendo un
incensario y con el humo generado por él fueron limpiando el camino que
recorrerían de aquellas energías que deja la violencia feminicida.
Después, mujeres enmascaradas leyeron un pronunciamiento:
“La clausura del Hotel Alcázar es un hecho que justificamos
y consideramos como acto de reparación y resistencia feminista. …queremos hacer
memoria, justicia y exigir que se hable con la verdad. Verdad que ubicamos en
la voz de Yaki. Verdad que denuncia las complicidades de hombres dentro del
sistema de justicia que estuvieron impidiendo la libertad de una mujer que se
defendió legítimamente. Verdad que denuncia que el machismo hace parte de las
políticas de justicia que privilegian y encubren a los verdaderos culpables”.
Iniciaron un recorrido que cubriría las mismas calles que
recorrió Yakiri Rubio, incluyendo aquellas en dónde la secuestraron y llevaron
al hotel en que fue sometida a tortura y violación.
Las mujeres manifestantes demostrando su excelente capacidad
de organización llevaban a cabo distintos actos concomitantes durante su
recorrido: Algunas, con auxilio de un audio montado en una camioneta, leían
explicaciones de lo que había ocurrido en esas calles y hacían reclamos de
justicia. Se coordinaban con aquellas que llevaban los tambores e iban lanzando
rítmicas consignas de autojusticia feminista:
“Ante la violencia machista: Autodefensa feminista”. “Ante
una violación, machete al cabrón”. ”Verga violadora, a la licuadora”.
También avisaban a las y los habitantes de la zona sobre lo
que estaba pasando:
“Alerta vecina, violador en la esquina. Alerta vecina: aquí
vive un feminicida”.
Otras mujeres pegaban con engrudo en las paredes de la zona
carteles que denunciaban los hechos. Unas más repartían volantes que parecían
un atractivo panfleto publicitario, pero al leerlo se encontraba una denuncia
del caso y la forma en que el Hotel Alcázar ha sido cómplice de la violencia
hacia Yakiri y otras personas.
También había mujeres que tomaron la tarea de ir plasmando
con pintura y unas sandalias de goma, las huellas de los pies de Yakiri por la
ruta que recorrió. Un camino que quedó plasmado en el pavimento y en la memoria
de quienes buscan justicia para las mujeres.
Cuando llegaron al cruce de las calles Dr. Liceaga y
Jiménez hicieron un alto y denunciaron que en ese lugar el 9 de diciembre
del 2013, Yakiri Rubio Aupart fue secuestrada por Luis Omar y Miguel
Ángel Ramírez Anaya. La amenazaron con un cuchillo y la obligaron a subir en la
moto.
Ahí, se realizaron algunos actos-performance, entre ellos el
de un muñeco al que llevaban colgado por el cuello. A éste le cortaron un
grotesco pene de cartón rosa; las asistentes lo golpearon con palos y le
prendieron fuego. Mientras tanto leyeron un poema que invitaba a los agresores
a no volver a dormir tranquilos.
Los vecinos de la zona miraban a lo lejos con curiosidad.
El camino se reanudó y los mensajes recordaban a las vecinas
y vecinos de esa colonia que no merecen vivir junto a un secuestrador, violador
y feminicida, ni tener alrededor policías ineficientes y probablemente
corruptos.
Frente al Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal
(TSJDF), que está apenas a unos minutos de donde fue secuestrada Yakiri, la
consigna fue:
“¡Vergüenza, vergüenza, la justicia sin vergüenza!”
Ahí señalaron al TSJDF, a la agencia 50 del Ministerio
Público (MP), a las y los policías como cómplices cotidianos de la violencia
feminicida que vivimos las mujeres.
“Estamos aquí para decir públicamente que Yaki nunca debió
ser privada de su libertad. Estamos aquí para denunciar que las condiciones
actuales del proceso legal, el “exceso de legítima defensa”, es una respuesta
corta y falsa. Nuestra exigencia es una justicia que tenga en cuenta los
crímenes hacia los cuerpos de las mujeres. La legítima defensa nunca será un
exceso frente a las agresiones feminicidas.
No nos callaremos, no dejaremos de hacer ruido, no pararemos
de señalar al MP 50, a la fiscal Lucía Reza, al procurador Rodolfo Ríos Garza,
a Santiago Ávila Negrón, al Tribunal Superior de Justicia, a Alejandro
Fernández, y a todos los cómplices, violadores y feminicidas implicados en esta
trama”.
Las manifestantes se trasladaron posteriormente hacia el
Hotel Alcázar, bajo la consigna: “Hotel Alcázar, guarida de violadores”. “La
complicidad es feminicidio”.
Ahí, la mujer del incensario y otras realizaron un ritual a
la entrada del lugar con flores y veladoras. Luz para la energías de tanto
dolor y horror que ha visto ese espacio.
En ese lugar las mujeres terminaron la ruta clausurando con
cárteles el Hotel alcázar, señalándolo como guarida de feminicidas y
violadores. Añadieron que no solamente ahí atacaron a Yakiri Rubio, sino
también violaron a un niño del barrio vecino de Tepito en el 2013 y se sabe que
otras personas han sido torturadas por la policía cuando el hotel era casa de
seguridad, antes del 2001. Además, de que los vínculos delincuenciales entre el
hotel, el MP y los hermanos Ramírez Anaya, se han evidenciado con el caso de
Yakiri.
“Es por ello que venimos a señalar y denunciar la
complicidad del encargado del hotel Víctor Núñez y de la recepcionista quienes
siguen libres y tranquilos a pesar de ser cómplices de las atrocidades que
suceden en sus habitaciones y quienes, además, fueron los que recomendaron a
Yakiri lavarse y callarse para no meterlos en problemas. Denunciamos su
complicidad con los hermanos Ramírez Anaya, quienes entraron a este hotel a
violar como si estuvieran en su casa, teniendo a su disposición habitaciones
abiertas para llevar a cabo sus crímenes.
Denunciamos a Alejandro Fernández, delegado de la
Cuauhtémoc, porque su silenciamiento y su inacción es cómplice de todas y cada
una de las violaciones y torturas que han sucedido en este hotel. Y ya que
nadie ha clausurado esta guarida de feminicidas y violadores, antigua casa de
seguridad, lo cerramos nosotras, recordando a las vecinas y vecinos, que si la
Justicia Mexicana es misógina y encubre a todos estos violadores y feminicidas,
nosotras no nos callamos, y seguimos condenándolos”.
Cuando terminó la lectura de su pronunciamiento, aparecieron
globos con pintura roja que bombardearon el lugar.
Finalmente, las mujeres indignadas se retiraron hacia un
parque y tianguis cercano y se dispersaron perdiéndose entre las calles de la
ciudad.
Unos minutos después, frente al hotel manchado de rojo y con
los avisos de clausura pasaron dos mujeres de la colonia con sus hijas e hijos
al lado y bolsas de mandado en las manos. Se quedaron sorprendidas mirando
hacia el hotel. Una de las niñas, de unos nueve o diez años de edad,
recogió uno de los volantes que estaba en el piso y lo leyó:
-Aquí fue mamá, aquí fue lo de Yakiri-. La madre
también leyó:-No pensé que fuera tan cerca, que fuera aquí -.
Las dos mujeres apresuraron el paso de les niñes y se
alejaron comentando en voz baja entre ellas.
En los oídos de quien esto escribe queda resonando un
mensaje de las mujeres que se manifestaron:
“Hacer justicia es denunciar lo que ha pasado,
visibilizarlo, sacar a la luz la verdad, condenarlo socialmente, y señalar la
misoginia imperante que estructura los procesos jurídicos contra las mujeres
que nos defendemos”.
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